La libertad de mi meñique
No nos percatamos de lo que tenemos hasta que lo perdemos...pero no en todo lo concerniente a la vida podemos aplicar esta tesis. Mi dedo meñique existe. Lo he sabido hoy...y no porque lo haya perdido...sino porque lo he encontrado.
Mi dedo estaba ahí, pequeño, indefenso, siempre agazapado y tímido. Hoy ha enfurecido y se ha hecho notar. Tal era su enfado que ha estado toda la mañana rojo de ira...y yo de dolor.
Aún no sé que le sucede porque no he tenido tiempo de preguntarle pero es posible que los dedos mayores le hayan arrinconado en un lugar del zapato y le hayan insultado como los niños en los patios del colegio.
No puedo aislar mi dedo meñique entre algodones porque, sin causa, sería discriminación hacia sus compañeros pero procuraré hacer que el patio sea más grande para que todos puedan convivir ( me pondré chanclas) .
A veces, las respuestas son simples y están en nuestras manos...o en nuestros pies. Pero quizá lo importante es que estén en nuestras cabezas. De eso, saben poco los políticos.
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