"Pensamientos todo a cien" es un tributo al postmodernismo. Un espacio virtual en el que todo cobra la valía que cada cual le quiera otorgar. Si quieres gritar aquí puedes hacerlo pero, no lo olvides, es virtual...UTILIZA LAS MAYÚSCULAS.

28 septiembre 2006

El portal nº 33

Uno andaba por los tejados mientras el otro olía el rastro policial de aquellos que no veían nada pero presumían todo. Y de todo. Y mientras una teja despertaba la inquietud de la infancia y la agudeza canina, una barriga con complejo paterno hundía un colchón- de lana gruesa-, antiguo colchón Una muñeca porcelanosa y tersa-piel tersa-surgía de entre una colcha que levantaban timidamente unos ojos infantiles asustados. Los ojos febriles del terror nocturno. Un pelo puntiagudo y rebelde discutía frente a un espejo con un peine de hilos de cristal. Un insomnio retardado y duradero engullía televisión prohibída. Una mano intranquila soñaba con versos de tinta, Xerox. Una mente turbulenta jugaba con sexos múltiples, violentos, turbios, brutales, también nocturnos-como el terror. Una ancianidad juvenil recordaba imágenes frente a unas agujas de hilo desgastadas bajo unas lentes gruesas de hormigón. ...Y en el soportal de este mundo descansaba quien fuese el mayor soñador, aquel sin nada que robar, sin hija a quien cuidar, sin muñeca que añorar ni peine con que peinarla, sin televisión que mirar, sin mujer a quien violar ni madre anciana que llorar...el vagabundo nº 33.

Floridita

Entré en la Floridita. Allí, postrado frente a mí, con gesto arrogante, sinuoso y carnal, topé con Hemingway. Inmóvil, tranquilo, formado de haluros de plata y luz, estaba colgado, remarcado de dorado...como pareció ser su vida.
Todos miraron. Yo, con los ojos fijos en la figura anciana, sin interactuar con lo humano, sentí esa silueta escritora formándose en mis pupilas. Sumida en la sensación papilar del exquisito daiquiri, y aún seduciendo la fotografía del viejo que vivió en el mar y todos los leyeron, descubrí lo extraño de vivir, lo profundo de creer en lo imposible.
Hemingway, de modo lento, se despegó de la verticalidad de la imagen y me regaló su compañía.
"No he venido a tu morada a verte-viejo del mar-tan solo que los daiquiris son aquí exquisitos. Vuelve a tu casa cuadrada y fotográfica porque tu presencia me asusta.
Hemingway, dolido pero tolerante, me explicó que llevaba siglos deseando encontrar a alguien que visitara el local sin señalarle con el dedo. "Todos me miran y solo observan un fantasma. Es odioso. Y yo no odio, yo solo escribo".
Admirando el pánico introducido en sus entrañas Hemingway y yo mantuvimos una conversación banal, tranquila...quizá literariamente seductora.
Ahora sé que hay vida después de la muerte si allí se puede escribir.
Gracias viejo del mar.